Una humilde propuesta (a propósito de la escuela concertada)

Una humilde propuesta (a propósito de la escuela concertada)

Lejos de la distopía, la educación pública y laica española se aproxima a un grado de deterioro y degeneración que, como el ecocidio planetario del que nos habla José Esquinas en su último libro, amenaza con acabar con lo que debiera ser un modelo de formación de calidad, que contribuya a la cohesión social y a la igualdad de oportunidades y que garantice la libertad de conciencia de todo el alumnado desde el pluralismo ideológico y sin ningún tipo de discriminación.

Y por supuesto no se trata de analizar el último informe PISA –que no por casualidad muestra las bondades de las comunidades autónomas con más despoblación y por tanto con ratios más bajas en sus promedios–, sino de cómo las políticas de las derechas en todas las comunidades donde actualmente gobiernan ahondan un modelo de adoctrinamiento, donde la religión católica nunca pierde su puesto privilegiado de control y reproducción ideológica, protegido tanto por los acuerdos internacionales con la Santa Sede de 1976 y 1979, el art. 16 de la Constitución española, la Ley de Libertad Religiosa de 1980 o una jurisprudencia bien parapetada detrás de la “laicidad positiva”.

Por ejemplo, si desde la Generalitat Valenciana, la Conselleria d’Educació en manos de Vox avanza para imponer el llamado “pin parental” con el fin de seleccionar y censurar contenidos según convenga en cada caso de acuerdo con la “ética cristiana”, en Andalucía, sin necesidad de Vox, la Junta firma un convenio de colaboración con la Fundación Villacisneros, con el fin de poder intervenir en la educación de todos los jóvenes andaluces y poder realizar sus fines estatutarios: “la defensa de los valores del humanismo cristiano”, de la unidad de España y de la monarquía; asegurar el desarrollo del modelo de la familia tradicional o promover “el orgullo por la grandeza que los españoles aportamos al mundo”, todos ellos en clara sintonía con las estrategias nacionalcatólicas clásicas, incluyendo la “reflexión sobre ETA” o la lucha escolar contra el derecho vigente al aborto.

Mientras tanto, un año más, algunos padres se dispondrán en unas semanas a matricular a sus hijos en clase de religión, sometidos por la inercia confesional de la educación que España padece especialmente desde la dictadura de Franco hasta hoy. Da igual que cada vez la sociedad española esté cada vez más secularizada, como nos muestra el Centro de Investigaciones Sociológicas de forma reiterada en los últimos 25 años. Da igual que el aleccionamiento religioso suponga tanto una disonancia cognitiva y una contradicción con el razonamiento lógico y el análisis científico, como una grave violación de la libertad de conciencia de los menores, de la igualdad de toda la ciudadanía y de la neutralidad del Estado en una sociedad plural.

Mientras tanto, entre adoctrinamiento escolar y visitas pastorales de obispos en centros educativos saltándose los protocolos establecidos, desde las instituciones públicas se organiza y se financia la formación de las personas que imparten clases de religión católica en España a través de Centros de Formación del Profesorado, como el que se desarrollará entre febrero y junio en Córdoba, con cargo al dinero público, dirigido al parafuncionariado de religión católica y con contenidos del siguiente tipo: “Actitudes básicas cristianas 1: Aspectos generales. Dichosos los que eligen ser pobres. Dichosos los que sufren. Dichosos lo no violentos. Dichosos los que tienen hambre y sed de esa justicia. Actitudes básicas cristianas 2: Introducción. Dichosos los que prestan ayuda. Dichosos los limpios de corazón. Dichosos los que trabajan por la paz. Dichosos los perseguidos. Dios y la felicidad. Libertad. Servicio y universalidad. Jesús como modelo de persona. Píldoras bíblicas. Cómo se formó la Biblia. Adán y Eva. Noé. Los números en la Biblia. Las tentaciones de Jesús. La Virgen en los evangelios”.

En definitiva y, mientras tanto, los llamados centros de “ideario propio” –no precisamente pedagógico– se autoeximen del cumplimiento de los valores constitucionales cuando “su ideario” lo contradice, cobran cuotas a los alumnos que quieran hacerlo “de forma voluntaria”, discriminan la diversidad ideológica del alumnado, adaptan los currículos oficiales a “su ideario” o “inflan” sus calificaciones, en una escalada permanente de su estrategia por incrementar el número de alumnos o, incluso, segregan al alumnado por sexos.

Por todo ello, humildemente –en honor de A modest proposal, una de las pequeñas novelas de Johathan Swift‒, quiero hacer una propuesta dirigida tanto a la patronal educativa de los centros concertados, como a las administraciones educativas que gestionan “los centros financiados con dinero público” ‒ignorando el diferente respeto a los valores constitucionales comunes que presentan los centros públicos y los centros concertados. Si el “ideario propio” de los centros concertados está tan protegido por el dinero público que proviene de los impuestos de todos los españoles, ¿acaso no debería ser el emblema de la enseñanza concertada: “socialismo o muerte”? Si tanto dependéis de las derechas políticas para incrementar vuestros conciertos, hiperfinanciarlos, proteger vuestro proselitismo de adoctrinamiento, exclusión y discriminación, ¿no deberíais reconocer que el negocio de los conciertos educativos depende del capitalismo subvencionado y gestionado por los amiguetes?

Ánimo, nunca es tarde para abrazar el socialismo; el “socialismo” que os entrega los beneficios y socializa la “diversidad”. Levantaos y gritad conmigo: ¡socialismo o muerte! Tan solo espero que esta humilde propuesta no os deje desconcertados…