Cartas desde Laos (y II)

Cartas desde Laos, Derecho
23 oct 2022
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Cartas desde Laos (y II)
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        Laos, desde donde escribo, no es tierra de exclusiones, ni es un lugar antirreligioso. En Laos nunca se ha creído que la Iglesia que más luce sea la que arde, ni se piensa que el anticlericalismo es sinónimo de violencia alguna. En lo que sí se cree es que para violentar, golpear, asesinar, humillar o, meramente, criminalizar es más fácil tener enfrente a un enemigo que a un igual. Y que la difamación nunca es ni desinteresada, ni inocente.
        Una vez que la jerarquía eclesiástica católica fue capaz de entender, allá por el siglo XIX, que la democracia y el racionalismo eran conquistas históricas de voluntad  universal, el Papa León XIII enmendó la plana a Pío IX y buscó estrategias evangelizadoras “adaptadas a los tiempos”. No obstante el espíritu de Pío IX permaneció y Pío XI, el Papa amigo del fascismo, contribuyó a la condena de todo resquicio a tolerar la separación entre el Trono y el Altar, entre el poder político y el “poder” eclesiástico, hasta el Concilio Vaticano II, donde se entiende que la separación ya no es obstáculo, sino liberación. Una obra que ilustra ejemplarmente esta situación es La política de los Papas en el siglo XX, del historiador alemán Karlheinz Deschner.
        Por un lado, anticlerical no es más que aquél que critica o denuncia los privilegios de una asociación de creyentes bajo el rótulo de “Iglesia”. Por otro lado, la antirreligiosidad es propia de Estados ateos que pretenden la imposición de la ausencia de creencias religiosas y sus prácticas. En Laos, por el contrario, existe irreligiosidad, arreligiosidad si se quiere, pero nunca rechazo de la religión entendido como un combate frente a la diversidad de convicciones organizadas para una convivencia compartida. Religiosidad, ateísmo, agnosticismo, indiferencia son subconjuntos dentro del conjunto que alberga la pluralidad de convicciones posibles de la conciencia.
        ¿Por qué no es posible entender que se puede ser católico, ateo o amante del nudismo y vivir en Laos? La clave reside en saber que Laos no es un lugar de convicciones, sino el lugar donde se organizan las convicciones, el lugar que permite aplicar la regla fundamental del Estado de Derecho: la protección de su pluralismo en pie de igualdad por medio de la libertad de conciencia. El resto no es más que difamación: diversidad de formas para legitimar componendas que habilitan las múltiples variedades de los privilegios económicos, educativos y patrimoniales otorgados a la Iglesia Católica a cambio de convertir un levantamiento militar sin aceptación popular y contra la democracia en una cruzada de salvación, terror y exterminio. Basta con leer el libro del honesto Padre Josep M. Llorens, conocido como Joan Comas, titulado La Iglesia contra la República Española.
        Una última cuestión antes de comenzar: ¿por qué escribir desde Laos? La corrupción, la estafa financiera, la pobreza, ¿no poseen una urgencia inigualable? Lejos del ornato caprichoso y del oculto resentimiento, desde Laos escribo sencillamente por memoria y amor a un futuro sin sectas, por justicia y por dignidad democrática ciudadana. La prueba de esas cuatro exigencias reside en que Laos, de hecho y de derecho, se encuentra en el destierro y desde el exilio tomo la palabra. Ese es el punto de partida, estremecedor e inocente al mismo tiempo. Levantan acta de esa realidad los preconstitucionales Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede de 1976 y 1979, la Constitución Española de 1978 y la Ley de Libertad Religiosa de 1980. El resto son sucedáneos y entretenimientos.
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